Ya sabéis que todo lo que para el niño suponga aprendizaje dentro de un ambiente lúdico, le resulta mucho más motivador. Eso es lo que nos pasa con los cuentos... nos gustan los personajes, las historias, nos ayudan a ordenar y secuenciar las acciones, a anticipar, a dejar volar nuestra imaginación... Este puente, además de alguna salida y sorpresas especiales, tuvimos visita y me llevé a todos a la Casa del Libro, en Madrid... allí pudimos mirar, curiosear, ver cosas nuevas que todavía no sabíamos que existían... Cada uno enfocó su lupa de la imaginación a lo que más le interesaba: unos a las ilusiones ópticas, otros al manga y la física (bueno, aunque parece que no, porque yo soy como un torbellino que lo absorbe todo, en mi casa es lo que más gusta), otros al lugar que ocupamos en el universo... ¿Y yo? No, yo a lo mío, a los cuentos... y me traje dos. Uno es una historia de cooperación para conseguir cazar a un animal muy grande. Empanada de Mamut es una típica estampa de la caza en la Prehistoria hasta que empiezan a ocurrir cosas y el tema se complica. Está escrito por Jeanne Willis (que cuenta en su haber con títulos infantiles como Malvado conejito, Odio la escuela o La babosa cariñosa entre otros) e ilustrado por el gran Tony Ross (sí, ese Tony Ross que le ilustra los libros a Roald Dalh).
El otro libro surge a partir de la evolución de un clásico llevado hacia atrás en el tiempo... Se titula En la Prehistoria. En su portada sale la imagen de tres cerditos, lo que ya nos da una pista sobre lo que va a ocurrir. ¿Y si resulta que todos los inventos que pensamos que fueron obra del hombre prehistórico en realidad hubieran sido obra de otro personaje? Bueno, bueno... ya veremos. Va a ser una semana estupenda junto a los detectives más geniales del mundo mundial...
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